Ciudad de México 9 de junio de 2021._ En 2014, un panel de expertos colocó a la Zona Arqueológica de Monte Albán, Oaxaca, como el sitio inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO con el mejor plan de manejo del orbe.
Ese reconocimiento fue resultado de una estrategia que privilegió su conservación mediante el involucramiento de las comunidades, una línea de trabajo que se ha mantenido hasta el día de hoy.
La investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Nelly Robles García, dedicó a esa exitosa experiencia su participación virtual en el Primer Coloquio de Arqueología y Restauración México-Camboya, organizado por la institución junto con asociaciones civiles como el Taller La Buena Impresión, fundaciones, organismos académicos y gubernamentales de ambas naciones.
“El que hace siete años fuera seleccionada la gestión del sitio oaxaqueño, por encima del manejo de importantes yacimientos como la Ciudad Prohibida de China; el Taj Mahal, en India, y el Valle de los Reyes, en Egipto, entre otros, demostró la eficacia de pensar la zona arqueológica como un nodo en el que deben interactuar especialistas de diversas ramas, las comunidades y los públicos, para la puesta en valor de un bien que no solo es pasado, sino presente”.
La directora del Proyecto Arqueológico del Conjunto Monumental de Atzompa, donde ahora replica estos estándares, recordó que los primeros pasos de lo que sería el plan de manejo de Monte Albán se dieron en 1997, una década después de su inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial.
En la ponencia Siendo y llegando a ser una arqueóloga en Oaxaca, México, salpicada de anécdotas personales que compartió con jóvenes mexicanos y camboyanos, comentó que Monte Albán y sus urbes satélite como Atzompa, reflejan la cosmovisión de los antiguos zapotecos y demás pueblos mesoamericanos, para quienes los montes eran espacios sagrados dadores de bienes, de ahí que las ciudades se emplazaron en promontorios.
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