imagen tomada de ethic.es
En el Congreso Internacional Innova Educa 21 de la Universidad Siglo 21, tres referentes de la educación y la tecnología se reunieron para hablar de un tema urgente: cómo aprovechar las herramientas digitales para personalizar el aprendizaje sin perder lo humano.
El panel, titulado “Tecnohumanismo: Rompiendo el molde: estandarización vs personalización”, estuvo moderado por Leonardo Medrano y contó con la participación de Denise Abulafia (Ticmas), Melina Masnatta (Universidad de San Andrés) y Thiago Paiva (especialista en EdTech).
El punto de partida fue claro: la educación estandarizada ya no alcanza.
Vivimos tiempos donde la diversidad de trayectorias, contextos y formas de aprender exige experiencias más flexibles y personalizadas.
Pero, como señalaron los ponentes, personalizar no es aislar, sino diseñar estrategias que permitan que cada estudiante crezca a su propio ritmo sin perder el sentido de comunidad.
Masnatta planteó una pregunta clave: ¿qué entendemos por personalización y para qué la queremos?
Su reflexión apuntó a no caer en la trampa de la “personalización vacía”, esa que promete mucho pero olvida que la educación también es vínculo y contexto.
Desde otra mirada, Abulafia aportó la visión de las neurociencias: todos aprendemos distinto, pero rara vez sabemos cómo.
La tecnología puede ayudarnos a descubrirlo.
Con ese enfoque nació “¡A leer en vivo!”, una herramienta creada por Ticmas que ayuda a mejorar la comprensión lectora infantil.
La app convierte la lectura en un juego: los niños leen en voz alta, el sistema analiza sus audios con inteligencia artificial (respetando los protocolos de protección de datos) y brinda al docente información valiosa sobre el progreso de cada estudiante.
Los resultados fueron contundentes: mayor motivación, más confianza y, sobre todo, aprendizaje real.
Masnatta también compartió una experiencia de la Universidad de San Andrés, donde estudiantes trabajaron con un GPT personalizado que les permitió seguir la trazabilidad de su aprendizaje.
Frente a una pregunta simple como “¿Qué es una empresa?”, el modelo identificaba la mirada particular de cada alumno y ofrecía rutas de pensamiento personalizadas.
El experimento reveló un uso más profundo de la inteligencia artificial: no para dar respuestas automáticas, sino para ampliar la reflexión y fomentar la autoconciencia del aprendizaje.
Masnatta introdujo otro concepto potente: la tecnoferencia, es decir, cuando la tecnología interfiere en las relaciones humanas.
El desafío no está solo en tener acceso a las herramientas, sino en usarlas con sentido. Por eso, el papel del docente es crucial: guiar, explorar y mantener viva la curiosidad.
Abulafia lo resumió con una frase que atravesó toda la charla: “Tenemos que aprender cómo aprendemos mejor para ayudar a otros a descubrir cómo aprenden mejor”.
Y en palabras finales, Masnatta cerró el debate con una idea que lo resume todo:
“Educar es liderar. La inteligencia artificial debe servirnos para volver a hacer lo que mejor sabemos hacer: educar.”
¿El futuro de la educación? No es solo digital ni puramente humano.
Es tecnohumano: un punto de encuentro donde la innovación impulsa el aprendizaje, pero el corazón sigue marcando el rumbo.
Con información de Infobae.
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