Existe un deporte ancestral que en la actualidad es practicado por universitarios. Se trata del juego de pelota prehispánico, el cual era representado por varios pueblos mesoamericanos y sobrevivió en distintos lugares de México después de la conquista. Sin embargo, en 1986, con el estreno del documental Ulama, el juego de la vida y la muerte del cineasta Roberto Rochín, el juego adquirió un auge que permanece en expansión.
“El juego de pelota de cadera se llama ulama, es un ritual del movimiento cósmico en donde la pelota representa al sol, la cancha al cosmos y los jugadores al movimiento de los astros. Se golpea con la cadera porque es la parte fértil del cuerpo y según la cosmovisión de los pueblos originarios, al emplearla para darle movimiento a la pelota, se propicia la fecundidad de la tierra”, explica Daniel Metzcoatl, entrenador de los universitarios y delegado de la Federación Mexicana de Ulama de Cadera (FEMUC).
Antes de la pandemia, este juego se practicaba en el espacio deportivo del Pabellón de Rayos Cósmicos de Ciudad Universitaria, también conocido como La Muela. Alan Zúñiga Lazcano, alumno de la Facultad de Química, es una de las cartas fuertes del ulama en la UNAM, ya que ha participado en torneos en Puebla y Tabasco.
“Practicar este juego me ha dado condición física e incluso he mejorado mis hábitos alimenticios, es una manera de involucrarse con la cultura de nuestros antepasados y aplicar sus valores como honestidad, cooperación y respeto”, afirma Zúñiga Lazcano.
Para Bryan Lupián Herrera, de la Facultad de Filosofía y Letras, el ulama le ha cambiado la vida, ya que requiere habilidades físicas como la flexibilidad, fuerza, equilibrio, y cognitivas como la capacidad de estrategia y toma de decisiones. “Su filosofía me ha ayudado a cambiar mi forma de pensar y a llevar un estilo de vida más sano”, comenta el también exjugador de futbol americano con los Tigres del CCH Sur.
En el ulama, el objetivo de los dos equipos que se enfrentan es acumular la mayor cantidad de rayas (puntos) en dos tiempos de 25 minutos cada uno. La pelota se golpea con la cadera utilizando un solo perfil del cuerpo, en una dinámica parecida al voleibol pero sin red, en donde un jugador golpea la bola y el otro responde hasta que un equipo no consigue devolver el esférico o este sale de la pista.
Paola Guadián Oliva, egresada de la Escuela Nacional de Trabajo Social, pone en práctica tanto los conocimientos adquiridos en su carrera, como las destrezas aprendidas en el juego ancestral, en el DIF en donde labora. “Con el juego de pelota le enseñamos a los niños historia y a los adolescentes a expresar sus emociones. El deporte puede cambiar el rumbo de la sociedad y es valioso que los universitarios nos involucremos en su práctica”, asevera.
Por el momento la pandemia ha impedido la práctica del ulama en la UNAM. Los miembros del equipo Texocelotzin (pequeños jaguares azules), donde participan los jugadores universitarios, procuran mantener su condición física desde casa, a la espera de que las condiciones sanitarias mejoren para continuar así con la revitalización de este juego ritual en donde desean contar con la participación de más alumnos.