con imágenes tomadas de la red
En solo unas décadas, el auge del anime ha pasado de ser una curiosidad japonesa para fanáticos a convertirse en una fuerza cultural que domina el entretenimiento mundial.
Su crecimiento ha sido tan impresionante que películas como Guardianes de la noche: La fortaleza infinita ya superan los 640 millones de dólares en taquilla global, consolidando al anime como un fenómeno sin fronteras.
Para entender cómo llegamos hasta aquí, los expertos dividen la historia del anime en varias generaciones:
Pregeneración (1910-1950): los primeros experimentos de animación en Japón.
Primera generación (1950-1970): nacimiento de las series televisivas y de un estilo propio, pensado para niños.
Segunda generación (1970-1983): tramas más maduras y diversidad narrativa.
Tercera generación (1983-1995): la “Edad de Oro”, cuando el anime conquista Occidente con Sailor Moon, Los caballeros del zodiaco y Dragon Ball.
Cuarta generación (1995-actualidad): digitalización, expansión global y auge del streaming.
Y ahora, según algunos expertos, estamos entrando en una “Quinta Generación”, donde los límites entre el anime japonés y la animación occidental se desdibujan.
La llegada de plataformas como Netflix transformó por completo la forma de ver anime.
Series como Devilman Crybaby, Aggretsuko o Made in Abyss demostraron que el medio podía ser tan variado como el cine o la televisión tradicional.
Títulos como Shingeki no Kyojin (Ataque a los titanes) o DoroHeDoro elevaron los estándares técnicos con la combinación de animación 2D y 3D, además de historias profundas que atraparon a nuevos públicos.
Pero el gran estandarte del anime actual es Kimetsu no Yaiba.
Desde su estreno en 2019, la historia de los hermanos Tanjirō y Nezuko conquistó corazones en todo el mundo.
Su más reciente entrega, La fortaleza infinita (2025), producida por Sony, Ufotable y Aniplex, rompió todos los récords y se convirtió en la película de anime más taquillera de la historia.
Ganadora del premio a la “Mejor Animación Internacional 2025” en los Critics Choice Awards, su uso del color y la fusión entre animación 2D y 3D la convirtieron en un espectáculo visual sin precedentes.
El anime ya no es solo japonés.
Películas como Las guerreras del K-Pop (2025) —una coproducción de Netflix y Sony Pictures Animation— mezclan acción, música y estética japonesa con temas universales.
Su éxito en Netflix y en la lista Billboard Hot 100 confirma que el espíritu del anime se ha vuelto global.
Hoy, el anime es una forma de arte y comunicación universal.
Su estética, narrativa y emocionalidad han influido en creadores de todo el mundo.
Lo que antes era un fenómeno “otaku” se ha convertido en parte del ADN de la cultura pop moderna.
Con información de The conversation.
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