Van Gogh, cerezos y cambio climático: lo que el arte puede enseñarnos sobre el planeta
Van Gogh, cerezos y cambio climático: lo que el arte puede enseñarnos sobre el planeta

Van Gogh, cerezos y cambio climático: lo que el arte puede enseñarnos sobre el planeta

¿Puede un cuadro de Van Gogh ayudarnos a entender cómo está cambiando el planeta? Sorprendentemente, sí. Y no solo él: diarios, poemas, diccionarios antiguos y hasta relatos orales guardan pistas sobre cómo eran los ecosistemas antes de que existieran los registros científicos modernos. Esa es la esencia de la ecología histórica, una disciplina que mira al pasado para comprender y proteger la biodiversidad actual.

Sakura: el calendario natural más antiguo de Japón

En marzo, Japón recibió 3.5 millones de visitantes, y muchos de ellos tenían un objetivo claro: tomarse una foto con los cerezos en flor.

La sakura, más allá de ser tendencia en redes, es un marcador del tiempo que se ha registrado durante más de mil años.

Los datos de la Agencia Meteorológica de Japón muestran que los cerezos de Tokio florecen cada vez más temprano.

  • En 2025, el pico llegó el 4 de abril,

  • en 1975 ocurrió 7 días más tarde,

  • en 1925 fueron 14 días,

  • en 1540, 28 días,

  • y en el año 1084, hasta 36 días.

¿Cómo sabemos esto? Gracias a una mezcla fascinante de fuentes: pinturas de Van Gogh y Monet inspiradas en los cerezos, poesía, diarios y documentos oficiales.

Todo confirma que el cambio climático ha adelantado la floración en el último siglo.

¿Qué es la ecología histórica?

Esta disciplina recopila información sobre la naturaleza a partir de fuentes poco convencionales: arte, archivos antiguos, arqueología, tradición oral y más.

Un equipo de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) ha identificado ocho tipos de materiales históricos útiles para reconstruir cómo eran los ecosistemas del pasado.

La investigadora Laetitia Navarro explica que estas fuentes son valiosas, pero complejas. No fueron creadas para la ciencia y suelen estar incompletas o sesgadas.

Por eso se necesita un trabajo interdisciplinario que mezcle historia, biología, antropología y arte.

Un ejemplo llamativo: los diccionarios geográficos impulsados por Felipe II en el siglo XVI, donde se registraba qué se cultivaba o pescaba en cada pueblo.

No son bases de datos perfectas, pero sí una mina de información sobre la biodiversidad de hace 500 años.

Lecciones del pasado para salvar especies del presente

Esta mirada al pasado ya ha tenido impacto real:

  • México y la tortuga verde del Pacífico:

En 2017, investigadores de la UNAM reconstruyeron 290 años de explotación combinando entrevistas, archivos coloniales y datos arqueológicos.

Descubrieron que la caza centenaria es la causa principal del declive de la especie. Con esa información, se modificaron estrategias de conservación.

  • España y el cangrejo de río “ibérico”:

Se creía que era una especie nativa en peligro de extinción, pero las fuentes históricas revelan que probablemente fue introducido desde Italia hace 500 años.

Aunque esto no ha cambiado los planes de conservación, sí transforma la narrativa sobre su origen.

Mirar atrás para no olvidar cómo era el mundo

Según Navarro, muchas decisiones ambientales se toman con datos limitados, centrados en registros del siglo XX.

Mirar más atrás permite recuperar una perspectiva perdida.

Porque, si no recordamos cómo eran realmente los ecosistemas, corremos el riesgo de aceptar como “normal” un entorno cada vez más degradado.

Y ahí es donde entran Van Gogh, los poetas del siglo IX o los pescadores de Baja California: sus voces y sus imágenes son ventanas al pasado que hoy nos ayudan a entender y tal vez a salvar el futuro del planeta.

Con información de Rebelión.

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