La fotógrafa mexicana Sandra Blow presentará en septiembre 19 de sus obras en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). Su trabajo formará parte de la exposición Líneas de Pertenencia, que reúne a artistas que retratan centros de vida y creatividad más allá de los estados-nación.
Sandra Blow, nacida como Sandra Villavicencio en Atizapán de Zaragoza, Estado de México, en 1990, descubrió la fotografía mientras estudiaba publicidad. Desde entonces, decidió alejarse de los estereotipos hegemónicos y crear imágenes que dieran espacio a cuerpos y personas fuera de la norma.
“Mi maestro me motivaba mucho. Me decía: ‘Tienes buen ojo’. Cuando acabó el semestre, me dijo que hiciera lo que fuera, pero no dejase de tomar fotos”, relató en entrevista con El País.
Un arte rebelde que retrata la vida nocturna
Sandra Blow comenzó su carrera profesional tomando fotos de comida, espacios y chefs para revistas mexicanas. Sin embargo, pronto encontró su pasión al fotografiar la vida nocturna y a personas que se identificaban con las subculturas urbanas de la Ciudad de México.
Durante más de 15 años, ha documentado la escena queer y la moda underground. Sus fotos muestran a personas trans, no binarias, racializadas y cuerpos marginados por los cánones de belleza tradicionales. Con esta visión, busca romper paradigmas y darle visibilidad a las comunidades LGBTIQ+.
Según The Hollywood Reporter, su trabajo llamó la atención de Roxana Marcoci, curadora principal interina de fotografía en el MoMA. La curadora la seleccionó para la muestra donde también participarán otras tres mexicanas: Tania Franco Klein, Francisca Rivero-Lake y Carla Verea.
Blow considera que su fotografía tiene un toque político al resistir la visión hegemónica. En sus palabras para El País:
“Eran modelos güerísimas, de ojos azules. No veías modelos latinos, no veías pieles cafés. Yo siempre he sido como soy, tatuada, un poco fuera de la norma, y mis amigos son así”.
Moda, cuerpos reales y resistencia
Algunas de las fotos que expondrá en el MoMA ya están disponibles en la página oficial del museo. Entre ellas destacan Alan Balthazar y La Virgen de Chiquitibum, así como retratos en discotecas y escenas íntimas de parejas queer.
Blow define su fotografía como un “shiny documental”. Es un arte documental con brillo y fuerza visual. Según explicó, siempre busca espacios cotidianos que reflejen la esencia de sus modelos. A veces, improvisa y encuentra lugares ideales mientras camina o viaja en taxi.
Para Blow, su trabajo también es un acto de apoyo a la comunidad LGBTIQ+ en un contexto global de conservadurismo. Ha señalado que esta comunidad siempre está al tanto de las luchas sociales. Sobre la situación en Palestina, comentó:
“Mucha gente dice: ‘Si tú vas a Palestina y eres gay, te van a matar’. No importa. En este momento no se trata de mí. Primero, intentamos que dejen de matarlos y después vemos”.
El MoMA y la inspiración para nuevas generaciones
Antes de llegar al MoMA, Sandra Blow había expuesto en Kurimanzutto, Salón Silicón, SUM Gallery en Vancouver, Zona MACO y Redaktion Luzern en Suiza. Sin embargo, su inclusión en la colección del museo neoyorquino marca un parteaguas en su carrera y en la representación de su comunidad en el arte contemporáneo.
Aunque se siente feliz por este logro, Blow confiesa un sentimiento agridulce. Sueña con recibir el mismo reconocimiento en México. “Ojalá sea una puerta, sobre todo, a que me aprecien más en mi país”, expresó.
Entre todas las fotografías que llegarán al MoMA, Blow guarda especial cariño por Alan Balthazar, tomada en 2017. En ella, su amigo aparece vestido como virgen, sujetando flores. Esa imagen guarda un profundo valor emocional, pues el joven falleció y ella lo considera una de sus mayores inspiraciones.
Sandra Blow planea publicar en agosto un fotolibro recopilatorio de sus 15 años de trayectoria, titulado Sandra Blow XV. Con ello, consolida un trabajo que trasciende el arte y se convierte en un manifiesto visual de libertad, resistencia y belleza queer.