El 6 de junio se lanzó un producto que parecía broma y terminó agotándose en segundos: un jabón elaborado con el agua de baño de Sydney Sweeney. Su precio inicial fue de 8 dólares y hoy alcanza hasta 1 500 en reventa. La edición, limitada a 5 000 piezas, se convirtió en un fenómeno de coleccionistas.
La colaboración con Dr. Squatch surgió tras una campaña viral donde la actriz apareció dentro de una bañera. La respuesta del público fue inmediata y en redes comenzaron a preguntarle cómo conseguir esa agua. La propuesta terminó materializándose en un jabón de edición especial con arena exfoliante y corteza de pino.
Marketing calculado
Sweeney no evitó la polémica y admitió que el concepto se diseñó con intención. Explicó que, mientras la vela inspirada en Jacob Elordi generó entusiasmo, su iniciativa fue blanco de críticas. Para la actriz, esta diferencia expone un doble estándar sobre lo que se celebra en figuras masculinas y lo que se cuestiona en mujeres.
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El trasfondo cultural
El caso revela cómo el marketing de celebridades explora territorios donde la frontera entre objeto de consumo y pieza de conversación se diluye. En este escenario, la actriz combina su imagen con un producto cotidiano y lo transforma en un símbolo que trasciende la utilidad básica.
El fenómeno alcanzó tal nivel que las 100 primeras barras no se vendieron, sino que se distribuyeron mediante un sorteo exclusivo para seguidores, reforzando la percepción de rareza y el aura de objeto codiciado.