Frank Lloyd Wright no solo diseñaba casas, sino ideas. Su visión iba más allá de la arquitectura para crear una sociedad nueva. Este arquitecto, considerado por muchos como el más importante de Estados Unidos, imaginó un futuro diferente para las ciudades. Lo llamó Broadacre City.
La Broadacre City: ciudad democrática y natural
Wright soñaba con un tipo de ciudad democrática. Imaginaba un lugar donde cada persona fuera dueña de su hogar, su granja y su lugar de trabajo. Para él, los servicios y el transporte debían ser bienes públicos. Además, la comunidad y el arte tendrían un lugar prioritario.
Según el autor Lionel March, Wright expresaba con su arquitectura las ideas de pensadores como John Dewey, William James y Henry George. En su libro Escritos sobre Wright, March explica que, para Wright, una ciudad no era solo edificios y carreteras. Era un proceso social, una sociedad en acción.
Aunque Broadacre City nunca se construyó en su totalidad, existió un intento de materializarla. En los años 40, un grupo de jóvenes parejas en Nueva York contrató a Wright para crear algo similar.
Usonia: el pueblo real inspirado en su utopía
Ese intento es hoy el distrito histórico de Usonia. Se ubica una hora al norte de Nueva York. Este pequeño refugio, lejos de la vista de las multitudes, está formado por casas que parecen crecer desde la tierra. Las viviendas están interconectadas para fomentar la comunidad. Es lo más cercano que existe a Broadacre City.
Roland Reisley, quien hoy tiene 100 años, es el último sobreviviente de ese grupo. Contó a la BBC que todo comenzó en la Gran Depresión. David Henken, un ingeniero de Nueva York, quería crear una comunidad distinta. Su idea tenía tres principios: casas asequibles de 5,000 dólares (66,000 actuales), una cooperativa socialmente conectada y, como requisito esencial, la participación de Wright.
Desde los años 30, Wright trabajaba en un concepto de viviendas para la clase media. Quería que fueran accesibles, pero sin perder belleza ni armonía con la naturaleza. Fue así como nació el estilo Usonia.
Casas usonianas: arquitectura orgánica para todos
El término Usonia lo acuñó Wright para referirse a lo que era “de estos Estados Unidos”. Usaba esta palabra en lugar de “American”, pues quería destacar un carácter auténtico y democrático.
Su filosofía de “arquitectura orgánica” se reflejaba en estas casas. Se construían con materiales naturales como piedra y madera. Además, se diseñaban para integrarse al paisaje, no para dominarlo.
La Fundación Frank Lloyd Wright explica que las casas usonianas tienen características específicas:
- Techos planos y amplios aleros.
- Un solo piso y planta abierta.
- Cocheras en voladizo, preferidas sobre garajes por su eficiencia.
- Muebles y estanterías empotradas.
- Calefacción radiante mediante grillas en el piso de concreto.
- Ventanas altas y ventanales en el techo que suavizan la barrera interior-exterior.
Wright buscaba usar materiales locales. Para él, los edificios debían verse como si crecieran de la tierra. Roland Reisley explica que Wright quería “traer el exterior al interior”. Creía que la casa debía imitar los contornos del paisaje.
Simplicidad radical y belleza cotidiana
Entre 1930 y 1950, Wright diseñó más de 1,000 casas usonianas, pero solo 60 se construyeron. De las 47 casas originales en Pleasantville, Nueva York, tres fueron diseñadas por él. Una es la de Roland Reisley, quien aún vive ahí.
Las casas usonianas parecen simples a primera vista, pero tienen una profunda sensibilidad hacia su sitio. John Waters, del Frank Lloyd Wright Building Conservancy, afirma que Wright no temía a la complejidad. Su meta era llegar a la idea esencial del edificio.
Estas casas eran mucho más accesibles que las de su periodo de estilo Pradera. Por ejemplo, la Casa Robie de 846 metros cuadrados costó 58,000 dólares en 1909. La Casa Jacobs, una usoniana de 147 metros cuadrados, costó 5,000 dólares en 1936. Hoy equivaldría a 113,417 dólares, mientras que la Robie costaría más de dos millones.
Sin embargo, no eran baratas en términos absolutos. Muchas veces, el precio aumentaba durante la construcción. Aun así, eran más económicas que sus proyectos anteriores.
Usonia frente al estilo Pradera
Aunque ambas son obras de Wright, las casas usonianas y las de estilo Pradera tienen diferencias claras. Las usonianas son más pequeñas, con menos detalles decorativos costosos como vitrales. Además, Wright desarrolló un sistema constructivo radical para ellas.
Mientras que en las casas Pradera usaba sistemas tradicionales como paredes de entramado y estuco, en las usonianas implementó muros tipo sándwich. Estas paredes tenían tablas horizontales por dentro y fuera, con tablones verticales o madera contrachapada en el centro. Para él, era una construcción más eficiente.
Vivir en la belleza: la visión de Wright
Para Wright, la belleza era esencial. Su frase lo resume:
“Entre más vivo, más hermosa se vuelve la vida. Si de manera tonta ignoras la belleza, muy rápidamente te encontrarás sin ella. Tu vida se empobrecerá. Pero si inviertes en belleza, se mantendrá contigo el resto de tu vida.”
Roland Reisley lo confirma. A sus 100 años, dice que la gente le pregunta por qué parece más joven. Él responde que vivir en la belleza contribuye a la salud y quizás a la longevidad.
Legado usoniano: una inspiración vigente
Hoy, alrededor de 60 casas usonianas siguen en pie en Estados Unidos. Se encuentran principalmente en el Medio Oeste, pero también en California, Nueva York, Texas, Nueva Jersey y Oregón. Incluso en 2013, Florida Southern College construyó una casa usoniana en su campus usando los planos originales de Wright.
Las casas usonianas siguen siendo inspiración para arquitectos. Su diseño busca que la belleza y la funcionalidad no sean privilegio de unos pocos, sino un derecho de todos.
Así, Frank Lloyd Wright dejó un legado que va más allá de la arquitectura. Construyó ideas. Creó hogares que son parte de la tierra y la sociedad. Su sueño utópico vive, silencioso, en cada casa usoniana que parece brotar desde el suelo.