En el corazón de la gastronomía contemporánea mexicana late un fenómeno que, lejos de ser una moda pasajera, se consolida como un auténtico movimiento cultural: el maridaje entre vinos nacionales y cocina de autor.
Para el especialista en vitivinicultura Gabriel Gadsden, este auge representa “un auténtico renacimiento de nuestra identidad gastronómica”, donde tradición e innovación se entrelazan en cada copa y cada bocado.
“No se trata solo de cantidad, sino de carácter: los varietales mexicanos han encontrado su voz propia, capaces de dialogar con sabores tan potentes como el mole negro o el aguachile de camarón”, destacó el también empresario.
Esta nueva generación de vinos —producidos en regiones como Valle de Guadalupe, Parras de la Fuente y San Miguel de Allende— está dejando huella en las mesas más exigentes del mundo.
Restaurantes mexicanos de renombre global y su vínculo con el vino
Restaurantes de renombre global como Pujol, Quintonil y Sud 777 avezan a sus comensales en experiencias sensoriales donde etiquetas de Nebbiolo, Syrah y Tempranillo se combinan con reinterpretaciones de clásicos nacionales.
“Cada platillo cuenta una historia; el vino adecuado la convierte en narrativa viva. Ese puente entre mesa y viñedo es, en esencia, un acto de diplomacia cultural”, afirma Gadsden.
Degustación con arraigo, un nuevo estandarte: Gabriel Gadsden
La colaboración entre chefs y bodegas es también un factor clave. Iniciativas como las de Gabriela Ruiz con Cuna de Tierra, o de Eduardo Morali con Adobe Guadalupe, han dado lugar a menús de “degustación con arraigo”, donde cada copa y cada creación culinaria subraya el sentido de pertenencia al territorio.
En festivales como Sabores de México o Viva el Vino, maridajes osados —desde un pozole armonizado con Chardonnay queretano hasta un chile en nogada acompañado por un Malbec coahuilense— han demostrado que la palabra “incongruente” pierde sentido cuando impera la armonía de sabores.
Impacto del vino con notas turísticas y ecológicas
El impacto de este impulso vitivinícola trasciende la mesa y se traduce en un dinamismo creciente del turismo enológico. La Secretaría de Economía reportó un alza del 15 % en las exportaciones de vino mexicano en 2024, estimulada por la presencia en eventos internacionales como ProWein y Wine & Gourmet Japan.
Para Gabriel Gadsden, estos logros no son los de un sector aislado, sino los de un país que refuerza su narrativa global a través de la cocina y el vino.
“En cada copa hay un territorio; en cada platillo, una comunidad. Al maridar ambos, levantamos el estandarte de nuestra cultura”.
Así, el vino mexicano se instala como embajador de la cocina de autor nacional y como vehículo para proyectar al mundo una imagen de sofisticación anclada en la raíz.
En ese sentido, Gabriel Gadsden concluyó que en México, hoy «se brinda con orgullo por el pasado y levantamos la copa hacia el futuro. Porque maridar nuestros sabores tradicionales con vinos de altura es, en definitiva, escribir una historia de identidad, innovación y pasión compartida”.