En el corazón de la Amazonía ecuatoriana, un hallazgo ha sorprendido a la comunidad científica: una auténtica cápsula del tiempo de hace 112 millones de años, repleta de insectos atrapados en ámbar y una delicada telaraña fosilizada.
El descubrimiento, realizado en un yacimiento conocido como cantera Genoveva, pertenece a la Formación Hollín y representa los primeros depósitos de ámbar con inclusiones biológicas hallados en Sudamérica.
Este hallazgo no solo preserva diminutas criaturas prehistóricas con un detalle asombroso, sino que también reescribe parte del mapa paleontológico mundial, antes centrado casi exclusivamente en el Hemisferio Norte.
El estudio, publicado en la revista Communications Earth & Environment y liderado por el investigador Xavier Delclòs, analizó más de sesenta muestras, de las cuales veintiuna contenían restos biológicos.
Entre ellos se encontraron moscas, escarabajos, avispas primitivas y fragmentos de una telaraña fosilizada, algo extremadamente raro en el registro fósil.
Los científicos identificaron dos tipos de ámbar formados en distintos ambientes: uno generado bajo tierra cerca de las raíces de los árboles y otro solidificado al aire libre.
Esta diferencia ha permitido reconstruir cómo era el antiguo bosque gondwánico, caracterizado por un clima cálido, húmedo y una vegetación densa que favorecía la producción de resina.
Este yacimiento ecuatoriano ofrece una mirada privilegiada al ecosistema del Cretácico en el antiguo supercontinente Gondwana, cuando los continentes comenzaban su lenta separación.
Su valor científico es enorme: ayuda a entender cómo evolucionaron y se distribuyeron los insectos y las plantas en los dos hemisferios del planeta.
En palabras simples, lo que los investigadores hallaron no es solo ámbar: es una ventana al pasado, una historia atrapada en resina que hoy nos cuenta cómo era la vida cuando los dinosaurios aún dominaban la Tierra.
Con información de La Brújula Verde.