con imágenes tomadas de: nationalgeographic.com
Un nuevo hallazgo arqueológico en Perú está dando mucho de qué hablar. Se trata de una estatuilla de 3.800 años de antigüedad.
La estatuilla representa a dos sapos y que podría esconder un mensaje sobre un cambio climático ocurrido en tiempos de la civilización Caral.
El descubrimiento se realizó en Vichama, una ciudad prehispánica ubicada a 110 kilómetros al norte de Lima, en el valle de Huaura.
Este asentamiento, que floreció alrededor del año 1800 a.C., es conocido por sus impresionantes murales en relieve de adobe donde aparecen figuras humanas cadavéricas, mujeres embarazadas y escenas agrícolas que hablan simbólicamente de fertilidad, hambruna y renovación.
La estatuilla recién descubierta muestra a dos sapos mirando en la misma dirección, un detalle que para los investigadores confirma que los antiguos habitantes de Vichama dejaron un registro de una crisis ambiental relacionada con la escasez de agua.
“El sapo es un animal vinculado al culto al agua, pero en Vichama ya se habían encontrado murales que registraban un gran evento de cambio climático”, explicó Tatiana Abad, responsable del sitio arqueológico.
Además de esta pieza, se halló en un salón ceremonial un sapo con rasgos humanos, con cinco dedos en cada mano, ojos de guijarros azules y un rayo tallado en la cabeza, símbolo andino de la llegada de lluvias.
El equipo de la Zona Arqueológica Caral (ZAC) también encontró maquetas de arcilla que muestran edificaciones, prueba de conocimientos técnicos de planificación urbana.
También se encontraron fragmentos de frisos que revelan más sobre la simbología de esta cultura ancestral.
En excavaciones anteriores ya había aparecido la monumental composición llamada “La danza de la muerte y de la vida”, con 34 murales que representan difuntos y jóvenes en un ritual ligado al ciclo de la naturaleza.
Lo más interesante es que los habitantes de Vichama llegaron incluso a reorientar sus edificios para representar al sapo emergiendo de la tierra bajo un rayo, un mensaje claro para las comunidades: el agua estaba en camino.
“Este descubrimiento nos recuerda que las sociedades antiguas enfrentaron dificultades ambientales muy similares a las nuestras».
«Su resiliencia y su capacidad para integrar estas preocupaciones en sus expresiones culturales las convierten en un reflejo del mundo actual”, señaló la arqueóloga Ruth Shady Solís, líder del proyecto.
Con información de National Geographic.
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