Este Día de Muertos, las ofrendas minimalistas están marcando tendencia con manteles beige, velas blancas y flores secas en lugar de los tradicionales cempasúchil.
Este estilo “clean look” refleja el gusto por la sobriedad y la simplicidad, pero ha encontrado resistencia en un movimiento cultural que defiende la identidad mexicana a través del color: el meximalismo.
Para la antropóloga Mariana Castillo, los altares no son solo decoración, sino una expresión profunda de la memoria, la cosmovisión y los saberes de cada comunidad.
“El color y el aroma no son elementos ornamentales. Despojarlos de ese sentido equivale a cortar la raíz que une el altar con el territorio y la comunidad”, explica.
De Puebla a Oaxaca: ofrendas con tradiciones que hablan
En distintos estados, los altares cuentan historias únicas.
En Guaquechula, Puebla, se elevan en blanco y azul cielo; en Pomuch, Campeche, se exhuman y limpian los restos de los difuntos; en Miahuatlán, Oaxaca, se crean tapetes monumentales de flores de hasta 12 metros; y en San Pablito Pahuatlán, Puebla, los altares se llenan de panes antropomorfos.
Cada región celebra con sus propios colores, aromas y rituales, recordando que la tradición no es uniforme.
Meximalismo: la revolución del color
El meximalismo combina México y maximalismo y surge como respuesta a la tendencia minimalista.
La estilista Dixy Rodríguez y otros defensores de este movimiento reivindican lo kitsch, lo exagerado y lo colorido como parte de la identidad cultural.
“El color es una forma de resistencia frente a la homogeneización cultural y social”, señala Valeria Angola, cofundadora de Afrochingonas.
Mientras el minimalismo apuesta por la neutralidad, el meximalismo celebra la diversidad y la memoria cultural.
Para Castillo, una ofrenda sin color “va contra natura”, recordando que los altares son más que estética: son prácticas culturales ancestrales que conectan a los vivos con los muertos.
Con información de El País.
