La arquitectura, como espejo de los cambios sociales, culturales y ambientales, atraviesa un momento de transformación en el que las soluciones técnicas y estéticas ya no bastan por sí solas. “Estamos viviendo un momento en el que el diseño ya no se mide únicamente por la innovación tecnológica o la monumentalidad de las obras, sino por la capacidad de generar pertenencia y equilibrio”, explica Daniel Esquenazi Beraha, arquitecto y especialista en tendencias contemporáneas.
De cara a 2026, Esquenazi Beraha anticipa que la disciplina se orientará hacia un regreso a lo esencial, donde materiales, emociones y herencia cultural jugarán un papel decisivo en la configuración de los espacios. Desde su perspectiva, la responsabilidad del diseño radica en reconectar al individuo con su entorno inmediato, su comunidad y sus raíces.
Uno de los ejes centrales, señala Esquenazi Beraha, será el rescate de materiales locales. Este enfoque, además de reducir la huella ecológica, fortalece la identidad regional y aporta cercanía emocional a los proyectos. “La madera de la zona, la piedra nativa o incluso las técnicas de barro y adobe, lejos de ser obsoletas, se reinventan como símbolos de resistencia cultural y eficiencia energética”, sostiene.
Ejemplos de esta tendencia ya se observan en países como México y Perú, donde despachos jóvenes reinterpretan el uso de tierra compactada en viviendas modernas sin sacrificar el lenguaje contemporáneo. Para el arquitecto, esta sinergia entre lo ancestral y lo actual refleja un cambio profundo: dejar de construir para impresionar y comenzar a construir para pertenecer.
A la par, Esquenazi Beraha destaca la importancia de lo que denomina “sostenibilidad emocional”. No basta con que los edificios cumplan con parámetros verdes; deben convertirse también en espacios que favorezcan el bienestar psicológico y social. “Iluminación natural, ventilación cruzada, áreas verdes integradas y distribuciones que fomenten la convivencia son elementos clave. Un edificio sostenible no solo cuida del planeta, sino de quienes lo habitan”, subraya.
Otra de las líneas de exploración que gana terreno es el uso creativo de lo ancestral. De acuerdo con Esquenazi Beraha, recuperar tradiciones constructivas no significa retroceder, sino reinterpretar patrones culturales para responder a las exigencias actuales. Techos inclinados que optimizan la captación de agua pluvial o patios centrales que devuelven a las comunidades un sentido de encuentro son ejemplos claros de esta visión.
En su análisis, estas tendencias revelan un cambio de paradigma en la disciplina: se pasa de la obsesión por la espectacularidad a una apuesta por la autenticidad. “La arquitectura de 2026 será una invitación a mirar hacia adentro, a construir con propósito y a honrar la memoria colectiva”, concluye Daniel Esquenazi Beraha.
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