Era un lunes como cualquier otro de 2019 en París, Alejandro Arredondo trabajaba en su oficina cuando su jefe llegó con la noticia que cambiaría su trayectoria profesional: Notre Dame estaba en llamas.
El suceso que, llamó la atención global y que cambiaría la historia de la arquitectura europea, también lo haría con la vida profesional de este arquitecto mexicano, pues el despacho donde trabajaba, participaría en el proyecto de reconstrucción de uno de los monumentos más emblemáticos de Francia y el mundo, publica Expansión.
Al día siguiente, todo el equipo de Art Graphique & Patrimoine arrancaba uno de los proyectos de reconstrucción más importantes de ese país.
«Nos llamaron los jefes diciéndonos: ‘hay algo que tienen que saber: Art Graphique & Patrimoine tiene una base de datos porque ya había trabajado antes con Notre Dame y con el gobierno, entonces nos contactaron y próximamente van a participar en el proyecto de restauración'», recuerda.
Se formó un equipo de trabajo para la reconstrucción, y en él estaba el arquitecto mexicano y único latinoamericano, pues contaba con los conocimientos y habilidades necesarias para llevar a cabo un paso crucial previo al inicio de las obras: la reconstrucción digital.
El arquitecto, egresado del Tecnológico de Monterrey, se especializó en la creación de maquetas digitales BIM (modelado de información de construcción, por sus siglas en inglés) para monumentos históricos, una decisión que tomó al buscar un camino distinto al de la obra nueva, tras dos años de trabajar en despachos de arquitectura.
La historia de Arredondo en Francia comenzó en las aulas universitarias, donde conoció a quien se convertiría en su esposa. Su interés por entender la cultura, historia e idioma francés lo llevó a tomar la decisión de establecerse en París, tras completar sus estudios.
Con experiencia previa en obra pública y despachos en México, Arredondo inició la búsqueda de oportunidades profesionales. Los primeros dos años los dedicó a trabajar en despachos de arquitectura en Francia, etapa que le permitió comprender las diferencias en las metodologías de trabajo entre ambos países.
La transición profesional presentó diversos retos, desde lo más básico como adaptarse a un teclado diferente, hasta cambios profundos en la cultura laboral y los procesos de trabajo. El manejo de software, una constante en su formación, requirió adaptación a nuevas configuraciones y vocabulario técnico.
«Aquí hay muchas cosas que se discuten, hay un diálogo entre varios integrantes, se trata de construir juntos. Eso es algo muy cultural, se toma en cuenta la participación de bastantes personas. (…) es más horizontal», describe el arquitecto mexicano.
Pero este contraste en las modalidades de trabajo, lo ayudó a tener un perfil más completo en su área. “En México, cuando construimos, tenemos tendencia a resolver los conflictos de manera creativa y espontánea. Lo que nos permite avanzar muy rápido y sin límites. En Francia, la cultura es más formal, y cada detalle se tiene que planificar antes de cualquier acción. Su enfoque está más en la seguridad y el orden. Creo que cuando los dos estilos se combinan en armonía, se puede llegar más lejos”.
Después de los despachos tradicionales, el arquitecto identificó una oportunidad en un sector menos explorado: la renovación y mantenimiento de edificios antiguos.
Esta decisión lo llevó a Art Graphique & Patrimoine, donde comenzó a especializarse en maquetas digitales de monumentos históricos.
«Yo decía: ‘bueno, pues sí, está bien de cierta manera esta ola de todos los arquitectos que hagan obra nueva y los softwares de última generación que están más para obra nueva y construir cosas desde cero. Pero lo que me llamó más la atención fue, justamente, buscar el otro lado'», relata.
Su experiencia previa con software como Autocad, Revit, 3D Max, SketchUp y toda la gama Autodesk se convirtió en una ventaja competitiva.
Con información de Expansión
Foto: Tec de Monterrey
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