De las cinco carpetas de obra gráfica que Francisco Toledo elaboró, entre 1974 y 1981, para la Galería Arvil -Toledo-Sahagún, Toledo-Chilam Balam, Toledo-Guchachi, “Nuevo catecismo para Indios remisos y Trece maneras de mirar un mirlo- el Museo del Estanquillo exhibe una selección de 60 piezas como parte de la exposición Francisco Toledo. Grabador de enigmas.
La muestra, publica Excélsior, que permanecerá abierta al público hasta el 21 de abril, también incluye dos retratos que Toledo dedicó al galerista Armando Colina, un par de autorretratos y una decena de placas originales, intervenidas por el artista, en las que es posible apreciar su maestría e ingenio, aseguró Alejandro Brito, director del recinto.
Pero dichas series, precisó, no sólo muestran la personalidad y la mirada gráfica del oaxaqueño, sino que también funcionan como un acercamiento a los destellos de una obra marcada por la rebeldía, el sarcasmo, la ironía, la crítica social, la sensualidad y la exploración de la literatura y la cultura mexicana precolombina.
Estas carpetas reflejan el dominio y la experimentación de Toledo sobre el grabado”, apuntó Brito, “porque casi siempre se piensa en él como pintor o escultor, y su trabajo como grabador pasa a segundo término, pero aquí lo pusimos en primer plano, porque tiene la misma calidad y la misma importancia que su pintura y escultura.
Así que aquí verán estas carpetas que hizo para la galería, que son muy distintas entre sí y que están inspiradas en textos antiguos o recientes, en poemas y crónicas, que proyectan la manera como siempre mezcló la naturaleza y la fauna con la realidad humana”, dijo.
El primer ejercicio en serie que hizo Toledo para la galería, destacó Brito, fue Toledo Sahagún, que aborda el tema de los agüeros y los malos presagios, es decir, de aquellos relatos antiguos que afirmaban que si una culebra o una comadreja se atravesaba en el camino… era señal de alguna desgracia.
Sin embargo lo que Toledo buscó con este trabajo nunca fue ilustrar, sino retomar los textos originales para hacer una relectura propia y reelaborar, en imágenes, su concepción (del tema), como se aprecia en Toledo-Chilam Balam, “donde graba una comadreja dentro de la tierra, pues en dicho texto se dice que la comadreja es el hígado de la tierra y aquí presenta su versión.
Además, en todas estas piezas, ustedes pueden ver que Toledo tiene una influencia muy arraigada de su cultura juchiteca, sobre todo de la tradición oral, pero también de las vanguardias europeas, en especial de Paul Klee y de grabadores como Goya”, señala.
Por su parte, Armando Colina, fundador de la Galería Arvil, comentó que esta muestra fue concebida “como un homenaje al muy querido amigo y extraordinario artista, cómplice conmigo de múltiples aventuras en el arte, a cinco años de su temprana partida; y aquí expongo, por primera vez, los dos retratos que me hizo, en 1966, para documentar la profunda amistad que tuve con él desde su regreso de Europa (en 1974) y hasta su muerte.
Alejandro Brito adelantó a Excélsior que El Estanquillo próximamente exhibirá la obra de Bernardo Ruiz, quien trabajó numerosas miniaturas en hueso, labor que le apasionaba a Carlos Monsiváis y de quien acopió cerca de 200 piezas.
Aunque previamente, en marzo próximo, se realizará una exposición-homenaje dedicada a los artistas Marisa Lara y Arturo Guerrero, conocidos como Los siameses, quienes celebran cuatro décadas de trabajo, con una exposición que incluirá cerca de 400 piezas.
La característica de ambos artistas es que sus cuadros los trabajan al alimón y que abrevan mucho de la cultura popular y urbana. Ellos tuvieron su auge en los años 90, han recibido premios y han tenido exhibiciones en el extranjero.
Entonces, me parece que este homenaje será una manera de volver a lanzarlos, de exhibir su obra, que no se olvide y volverlos a mostrar”, explicó.
Finalmente, Brito habló sobre el presupuesto que recibirá este año el recinto museográfico. “Sabemos que el presupuesto no alcanza para todo, pero nosotros seguimos con el mismo, un poco aumentado por el tema de la inflación, pero digamos que es el mismo: 10.5 millones de pesos, de los cuales el gobierno de la CDMX nos da 7 millones de pesos y tenemos 3.5 millones de pesos de autogenerados”.
Con información de Excélsior
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