Los universitarios Lucía Álvarez y José Manuel Cravioto fueron galardonados por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas con el Ariel 2020.
Con la estatuilla, la AMACC reconoce la destacada trayectoria de la compositora y académica de la Facultad de Música y el trabajo del director del largometraje «Olimpia», un nuevo testimonio sobre el movimiento estudiantil de 1968.
El Ariel de Oro
Gracias a su creatividad, el cine también se escucha. Así, por la labor de excelencia lograda a lo largo de su trayectoria que ha contribuido al desarrollo y crecimiento de esta industria en el país, Lucía Álvarez Vázquez se convirtió en la primera universitaria en recibir el Ariel de Oro por parte de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, de la cual es integrante emérita desde 2016.
La compositora y pianista, egresada y docente de la Facultad de Música (FaM), es considerada una de las mejores creadoras en la historia del cine mexicano, con alrededor de una treintena de productos fílmicos para los cuales ha hecho su retrato sonoro.
“Me cayó mucho de sorpresa el anuncio, porque hay tantos que lo merecen, y no quiero decir que es la culminación de una carrera porque espero poder seguir haciendo otras cosas”, declaró en la víspera.
Ya en la ceremonia virtual, la también académica retirada de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas de esta Universidad mencionó que escribir la música de una película es reunir una serie de motivaciones que alimentan la sensibilidad creativa del compositor.
“Dedico este premio a todas las mujeres de México que luchan día a día por obtener un reconocido y merecido lugar en cada una de sus profesiones…y agradezco, por supuesto, a la UNAM que me enamoró en sus aulas desde los 12 años y con la que todavía convivo.”
Olimpia, el Mejor Largometraje de Animación
Con Olimpia, Cravioto decidió recuperar parte de las experiencias que le relataron algunos maestros suyos. Su intención desde un inicio no fue dar una explicación de los sucesos, sino exponer qué pensaban los jóvenes que salían a las calles a protestar, estudiantes de a pie, hijos de familia, gente de todo tipo de clases sociales que querían un país mejor.
El joven cineasta, ganador de cuatro premios Ariel y dos Diosas de Plata, entre otros, eligió cinco historias para ilustrar el movimiento estudiantil. Una de ellas es la de la poeta uruguaya Alcira Soust Scaffo, quien se resguardó en los baños de la Torre de Humanidades durante ocho días, cuando el ejército ocupó las instalaciones de Ciudad Universitaria. Sus personajes principales son Rodolfo, Raquel y Hernán, encarnados por Luis Curiel, Nicolasa Ortiz-Monasterio y Daniel Mandoki, respectivamente.
A decir de su director, Olimpia no es una cinta para que funcione sólo en festivales o en taquillas, sino primordialmente para atraer la atención de los jóvenes y que en algo impacte en sus vidas. Este largometraje es también en cierto modo una ofrenda colectiva para todos aquellos que perdieron la vida durante la represión del movimiento estudiantil.
Para la animación de Olimpia se utilizó la técnica de rotoscopia, que consiste en intervenir cada cuadro en el momento de la posproducción. Se hizo de forma digital y en esta ardua y creativa tarea intervinieron cien artistas, todos ellos alumnos de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. La textura que se logró fue algo cercano al óleo, una experiencia plástica.