En el marco de la esperada alianza entre el instituto neerlandés y The Pokémon Company, la cual abarca una exposición y la venta de productos de edición limitada, los fans arrasaron con los productos de Pikachú en la tienda del Museo Van Gogh.
El hecho recibió muchas críticas, pero aún más el abasto insuficiente de productos en la tienda y en línea, ya que se agotaron en menos de 24 horas, así como por la permisividad asumida frente a los revendedores que los acapararon.
Hay señalamientos que la colaboración de Pikachú y compañía con la institución encargada de resguardar y exhibir la obra de Van Gogh- podría parecer muy poco probable, porque con más de cien años de distancia, con formatos y públicos tan distintos, se asegura que Vincent Van Gogh no tiene mucho en común con Pokémon; sino al contrario, se han encontrado coincidencias entre Pokémon y Van Gogh, y también una interesante estrategia para la creación de nuevos públicos.
“Y no seríamos capaces de estudiar el arte japonés, me parece, sin ser más felices y alegres, y nos hace regresar a la naturaleza, a pesar de nuestra educación y trabajo en un mundo de convenciones”, escribió Vincent a su hermano Theo en septiembre de 1888.
La cita aparece en las comunicaciones que el propio Museo Van Gogh envió para anunciar la colaboración con Pokémon. Hay, pues, un vínculo muy directo entre ambos y no es otra cosa que un elemento central del trabajo artístico de Van Gogh: la influencia que el arte japonés ejerció sobre su pintura.
Señala que hay datos curiosos que relacionan vagamente al artista con la animación, pero en el fondo hay también una inteligente estrategia que muchos museos querrán tomar como referencia.
Tal vez trabajar con Pokémon podría no dar como resultado el proyecto más culto, tampoco representar la mayor aportación a la historiografía del arte. Lo que sí resulta innegable es que se trata de una manera muy inteligente de acercarse a nuevos públicos, tomando elementos propios de su colección como detonador. De esta manera, visitantes infantiles y jóvenes podrán descubrir al artista neerlandés.
A la vez, este proyecto se abre la posibilidad de disfrutar del museo como espacio y experiencia de otra manera, más alejada del acartonamiento y solemnidad que a menudo se respira en sus salas.
Por otro lado, no es que Van Gogh necesite más difusión, de hecho, se encuentra en el tercer lugar mundial de pintores más buscados en Google, por ejemplo.
Acercamientos como el de Pokémon permiten nuevas miradas para el visitante local o, al menos, le ofrecen la oportunidad de revisitar la vida y obra de un creador sobre el que pareciera que todo ya estaba dicho.
Celebremos entonces que hoy Pikachú pose entre girasoles, por poco ortodoxo que parezca, pues quizá ahí encontraremos algunas claves al replanteamiento que tanta falta hace a los museos para conectar con las generaciones venideras.
Con información de La Razón
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