En la arquitectura moderna, el color ha trascendido su rol estético y se ha convertido en un elemento funcional esencial que fortalece la identidad de los espacios, facilita la orientación y contribuye a una experiencia coherente con el entorno. Daniel Esquenazi Beraha, arquitecto mexicano, apuntó que los proyectos actuales no solo embellecen los espacios, sino que también priorizan el bienestar y la comodidad de las personas que los habitan.
El uso estratégico del color permite guiar y orientar a los usuarios en espacios complejos. En entornos educativos, hospitalarios y comerciales, los arquitectos seleccionan tonos específicos para definir zonas, marcando así una diferencia tangible en la experiencia del usuario.
“El color puede ser un aliado en la creación de ambientes que fomenten la productividad, la calma o la cohesión social”, comentó Esquenazi Beraha.
Estudios recientes en psicología ambiental han demostrado que los colores pueden influir en las emociones y el comportamiento. En proyectos como el de Mundo Verde Bilingual Public Charter School, los colores se han seleccionado para reflejar la identidad cultural de la comunidad, mientras que una fachada más discreta mantiene la armonía con la arquitectura histórica del lugar.
Este tipo de intervenciones ayudan a construir un sentido de pertenencia y comunidad en espacios educativos, mostrando cómo el color puede ser tanto una declaración visual como un recurso funcional.
Otro aspecto fundamental del color en la arquitectura es su papel en la orientación de los usuarios. En proyectos de gran envergadura, donde las estructuras pueden ser laberínticas, el color se convierte en una herramienta para guiar de manera intuitiva. Un ejemplo de ello se encuentra en algunos edificios educativos que utilizan colores específicos en diferentes pisos o áreas para simplificar la navegación.
La arquitectura escolar ofrece otro interesante ejemplo de cómo el color puede ser una herramienta de aprendizaje, especialmente en instituciones que atienden a niños pequeños. En el campus de KIPPDC MC Terrell, los tonos suaves y acogedores predominan en las áreas comunes interiores, mientras que los espacios exteriores de juego se destacan por colores más vivos, diseñados para estimular el juego y la interacción social. Esta diferenciación cromática no solo mejora la experiencia visual, sino que además refuerza el propósito de cada área, ayudando a los estudiantes a asociar los colores con las actividades específicas.
Proyectos habitacionales para familias en situación vulnerable también se benefician del color como recurso funcional. The Aya, por ejemplo, utiliza colores distintos en cada planta para fomentar un sentido de identidad y facilitar la orientación de sus habitantes. Esquenazi Beraha señala que en estos espacios, donde la estabilidad emocional es primordial, el color puede brindar una sensación de seguridad y pertenencia. Estos acentos cromáticos crean un ambiente acogedor y ayudan a los residentes a identificar fácilmente las áreas comunes y las de recreación, promoviendo así un sentido de comunidad.
“La arquitectura que entiende el color no solo como una herramienta visual, sino como una extensión de la funcionalidad, está construyendo espacios que realmente responden a las necesidades de las personas”, opina Esquenazi Beraha. Con esta perspectiva, el color adquiere un valor añadido, pues transforma espacios para que sean no solo atractivos, sino también funcionales y acogedores.