Una exposición organizada en colaboración con instituciones como el Centre Pompidou y el Los Angeles County Museum of Art (LACMA) reconstruye un episodio singular de la historia a través de documentos, fotografías y una selección de obras originales que sobrevivieron a la censura, publica el Sol de México.
Entre ellas, destacan piezas de artistas perseguidos, como Otto Dix y Emil Nolde, este último un caso paradójico, ya que, pese a su afiliación inicial al partido nazi, su obra fue incluida en la lista de “degenerados”.
Johan Popelard, comisario de la exposición, explica que los nazis veían la modernidad artística como una forma de enfermedad. “Una enfermedad que se apoderaba del cuerpo social del pueblo y lo arrastraba por una pendiente de degeneración. En estas obras hay algo que, según ellos, contaminaba a la sociedad”, dice.
La exposición se divide en tres ejes temáticos: la ideología estética nazi, basada en el clasicismo heroico y la exaltación de lo “ario”; una exposición de Múnich de 1937, analizada como herramienta de propaganda, y el destino de los artistas, muchos de los cuales fueron prohibidos, exiliados o enviados a campos de concentración.
La persecución no solo implicó la destrucción de arte, sino también la ruptura de trayectorias creativas. Artistas como Chagall huyeron a Estados Unidos, mientras que otros, como la escultora Käthe Kollwitz, permanecieron en Alemania bajo vigilancia. Algunos, como Nolde, continuaron pintando en secreto, como evidencian sus “pinturas no pintadas” (Ungemalte Bilder), realizadas durante su reclusión.
La persecución nazi al arte implicó la destrucción de obras, la censura y el exilio de creadores como Marc Chagall.
La muestra también reflexiona sobre la vigencia de este episodio. En palabras de Popelard: “Recordar cómo un régimen totalitario instrumentalizó el arte para imponer su visión del mundo es crucial hoy, en un contexto donde la censura y la manipulación cultural siguen siendo amenazas reales”.
Aunque en décadas recientes ha habido muestras sobre el arte degenerado en Alemania y Estados Unidos, esta es la primera vez que París -ciudad refugio de muchos artistas perseguidos- dedica una exposición de esta envergadura al tema.
La iniciativa no sólo rinde homenaje a las víctimas de la represión nazi, sino que invita a reflexionar sobre el papel del arte como resistencia frente a la opresión.
El término “arte degenerado” fue acuñado por el régimen de Adolf Hitler para estigmatizar cualquier expresión artística que se alejara de los cánones clásicos y nacionalistas promovidos por la propaganda nacionalsocialista.
Según los nazis, movimientos como el cubismo, el expresionismo, el dadaísmo o el surrealismo representaban una “enfermedad” que corrompía los valores tradicionales alemanes y, por extensión, la pureza racial.
El término ‘arte degenerado’ fue acuñado por el régimen nazi para censurar expresiones artísticas modernas.
En 1937, esta persecución alcanzó su punto álgido con la exposición Entartete Kunst, en Múnich, un evento propagandístico que reunió 650 obras confiscadas de museos alemanes.
Piezas de Pablo Picasso, Marc Chagall, Paul Klee, Wassily Kandinsky y Max Ernst, entre otros, fueron exhibidas de forma caótica, acompañadas de textos burlones que las tildaban de “obras de locos” o “arte judío-bolchevique”.
El objetivo era ridiculizar la modernidad y legitimar su erradicación.
Según datos históricos, más de 20 mil obras fueron incautadas entre 1937 y 1941. Muchas se vendieron en el mercado negro, se destruyeron o se perdieron durante la guerra.
Esta exposición permanecerá abierta al público hasta septiembre de 2024, ofreciendo visitas guiadas y conferencias con historiadores especializados. Una oportunidad para no olvidar que, como escribió el poeta Paul Éluard, “el arte es la antítesis del odio”.
Con información de El Sol de México
Foto. asset.library.wisc.edu
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