Las fiestas retro dejaron de ser una moda pasajera para convertirse en un auténtico refugio emocional para la generación silver, ese público mayor de 50 años que encuentra en la música de los años setenta, ochenta y noventa una forma de celebrar la vida y reconectar con sus mejores recuerdos.
Discotecas emblemáticas y DJs históricos, junto a nuevas generaciones de musicalizadores, han logrado revivir la magia de una época dorada.
Estos espacios no solo convocan a quienes vivieron esos años en primera persona, sino también a hijos, hermanos menores y sobrinos que crecieron escuchando esos clásicos en casa.
Mario Verón, referente de la movida retro en Argentina y Uruguay, recuerda que el fenómeno comenzó a tomar fuerza a finales de los noventa con una radio dedicada exclusivamente a la música del recuerdo.
El éxito fue inmediato: oyentes que llamaban para agradecer, compartir anécdotas y, poco después, llenar pistas de baile en eventos y boliches históricos.
Por su parte, Gustavo Lorenzati, periodista y creador de fiestas retro en Rosario, identifica un punto clave en 2007, cuando su programa “Gira Mágica” evidenció que existía un público deseoso de algo más que escuchar música por radio: buscaban interacción, comunidad y experiencia.
Ambos coinciden en que el secreto del éxito está en la carga emocional de la música. Los ritmos disco, el soul, el funk y las melodías inolvidables de esas décadas siguen provocando reacciones inmediatas en la pista.
Una canción puede transportar a la primera salida, al primer boliche o a un amor de juventud.
La nostalgia, lejos de ser solo un recuerdo, se transforma en una experiencia compartida.
Las fiestas retro son hoy un espacio donde la música une generaciones, despierta emociones profundas y demuestra que, aunque cambie la tecnología, el poder de una buena canción sigue intacto.
Con información de Infobae.
