En un mundo donde la cultura cambia tan rápido como los trends de TikTok, la publicidad necesita más que ideas bonitas: necesita perspectivas diversas. Y ahí entran los creativos de tercera cultura, personas que crecieron entre distintos contextos, idiomas y formas de ver la vida.
Uno de ellos es Omid Amidi, codirector creativo de McKinney, quien se describe como iraní-canadiense-francés-libio.
Su historia es la de muchos que viven entre mundos: hablan un idioma en casa y otro en la escuela, mezclan influencias, reinterpretan tradiciones y, sin querer, desarrollan una de las herramientas más poderosas en creatividad: la multiplicidad.
Según Amidi, las personas de tercera cultura son navegantes naturales.
Traducen códigos culturales, entienden contradicciones y pueden crear mensajes que cruzan fronteras sin perder autenticidad.
“No solo aportan diversidad de origen, sino también de pensamiento”, explica.
Y la ciencia lo respalda. Un estudio del Journal of Personality and Social Psychology encontró que quienes tienen experiencias multiculturales muestran mayor flexibilidad cognitiva, una habilidad esencial para generar ideas originales y resolver problemas de manera creativa.
Además, los creativos de tercera cultura no solo observan la cultura, sino que la cuidan.
Muchos, al haber crecido en los márgenes, entienden el valor de representar con respeto, no de apropiarse.
Amidi lo resume así: “La cultura no es algo que se toma, es algo con lo que se colabora”.
Creativos de la tercera cultura en publicidad
En la industria publicitaria, esto se traduce en campañas más reales, más humanas y menos recicladas.
Ya no basta con representar diversidad frente a la cámara: hay que tenerla también detrás del guion.
Un estudio reciente del Journal of Identity and Migration Studies refuerza esta idea: las personas con identidades multiculturales desarrollan empatía y una capacidad única para conectar con distintos públicos.
Y eso, en un mercado global, vale oro.
En palabras de Amidi, el futuro de la publicidad no está en repetir fórmulas, sino en abrazar las contradicciones.
En lugar de buscar “voces diversas” solo para cumplir con un requisito, las agencias deberían darles el poder de liderar.
Porque al final, las mejores ideas no nacen del consenso, sino del choque de mundos. Y nadie entiende mejor cómo unirlos que los creativos de tercera cultura.
Con información de Adlantina.
