En Silicon Valley, las noches de fiesta y las copas interminables han quedado en el pasado. La Generación Z que lidera la nueva ola de startups ha reemplazado el brindis por reuniones de trabajo, sesiones de gimnasio y largas jornadas de desarrollo tecnológico.
En este nuevo ecosistema, la sobriedad y la productividad son los nuevos signos de prestigio.
El emprendedor Marty Kausas, fundador de la startup Pylon, contó que llegó a trabajar 92 horas por semana sin tomarse vacaciones.
Su historia refleja el espíritu de una generación que asocia el éxito con la disciplina y la eficiencia, más que con los excesos.
De las fiestas a la concentración total
Lejos de la imagen de los magnates del pasado, figuras actuales como Sam Altman (OpenAI) y Mark Zuckerberg (Meta) representan el nuevo modelo de fundador: enfocado, saludable y sin interés por el alcohol.
“¿Por qué ir a un bar si puedo estar creando una compañía?”, resume Emily Yuan, otra joven empresaria del valle, en una frase que define la mentalidad dominante.
Los encuentros sociales también han cambiado. Donde antes había bares y copas, ahora hay charlas sobre inteligencia artificial, entrenamientos y networking sin alcohol.
“No bebemos, no salimos de fiesta… trabajamos hasta las 9 pm”, dijo Miranda Nover, cofundadora de Fort, en entrevista con Business Insider.
Generación Z dice menos alcohol y más enfoque
Las cifras respaldan esta tendencia.
Desde 2011, el consumo de alcohol entre jóvenes ha bajado un 4.5 % anual, y en Europa el promedio por persona descendió de 12 litros en 2000 a 9.5 litros en 2019.
En eventos tecnológicos de San Francisco, ya no se sirve alcohol, no solo por salud, sino porque muchos fundadores aún no alcanzan la edad legal para beber.
El cambio va más allá del trabajo: responde a un nuevo ideal de vida.
Inspirados por modelos como Bryan Johnson, promotor de prácticas para maximizar energía y longevidad, los jóvenes emprendedores ven en la sobriedad en Silicon Valley una forma de potenciar su rendimiento físico y mental.
En este entorno, la diversión ya no se mide por las fiestas, sino por el progreso.
Silicon Valley se ha reinventado: menos resacas, más ideas.