El Ballet de la Ópera de París 2025 abrió su temporada con una velada inolvidable en el majestuoso Palais Garnier.
La noche del 27 de septiembre, en plena Semana de la Moda, la danza fue la gran protagonista de un evento que combinó tradición, innovación y herencia cultural.
La gala, apoyada por Chanel y Rolex, no buscó competir con los desfiles parisinos, sino marcar su propio camino de glamour y arte.
Entre los invitados destacaron figuras de la moda, devotos de la danza y personalidades de la vida cultural francesa, todos reunidos bajo la imponente cúpula dorada del Garnier.
El Défilé du Ballet inauguró la noche con más de 300 artistas en escena, incluyendo al Ballet Juvenil que debutó por primera vez junto a las Étoiles.
Fue un momento simbólico: la tradición viva desfilando ante el público.
El programa abrió con Requiem for a Rose, de la coreógrafa belga-colombiana Annabelle López Ochoa, quien llevó al escenario una propuesta íntima con ecos latinos.
Doce bailarines, vestidos con faldas rojas, se transformaron en un ramo en movimiento, evocando tanto el amor como la tensión entre disciplina y libertad.
De ahí, la transición a Giselle fue un viaje al romanticismo.
Sae Eun Park y Germain Louvet dieron vida a esta obra de 1841 con una interpretación que equilibró la pureza técnica con la emoción desbordante, recordando por qué este clásico sigue conmoviendo al público.
Gala del Ballet de la Ópera de París 2025
La gala continuó más allá del escenario.
Más de 750 invitados disfrutaron de una cena de alta cocina firmada por Antoine Villard, Hanz Gueco y Zélikha Ding.
Entre brindis y vestidos de gala, las conversaciones giraban en torno a lo vivido: la danza había logrado extenderse más allá de los pasos y convertirse en memoria compartida.
La apertura del Ballet de la Ópera de París no es solo un evento artístico: es un ritual que reafirma la identidad cultural de la ciudad.
Una noche donde la belleza, la tradición y la innovación dialogaron en el lenguaje universal de la danza.
Con información de Vogue.